sábado, 8 de septiembre de 2018

DEBÍA SER Y NO ES


Que el que menos tiene que hablar, es el que no calla. Siempre tiene argumentos para hacer valer su palabra. Alza la voz y grita y la pone en un pedestal, cuando debiera callar.
Es mentiroso, arrogante y se siente orgulloso de su forma de ser. Va fisgando a ver que puede oir para para publicar sandeces, que son lo que salen de su boca. Si oye la verdad, la niega y dice sus mentiras como si de una realidad se tratase.
Está por todos sitios oyendo realidades, para cambiarlas a mentiras, que es su razón de ser. No lo hace sin saber, conoce la verdad, pero es hijo de la mentira y eso es lo que sabe hacer, mentir a diestro y siniestro.
Oye y ve del revés. Si un camino es resto, él lo pone torcido, para ser la más cruel irrealidad, que anda por el mundo. Es inteligente, pero esta cualidad la usa tan solo, para hacer el mal.
No existe para él otra ley que no sea la suya. Es vago por antonomasia y su trabajo es mentir, chivatar y promulgar lo indecible, por unos caminos que no recorren más que los necios.
Es vergonzante su lengua viperina de serpiente venenosa, que muerde al más apocado, porque es cobarde como la gallina y ataca como los lobos.
No tiene país, porque su casa es el mundo, donde predica sus mentiras a esos pobres crédulos que lo creen todo. Su patria es el mal.
Exagera los males y achica los bienes, para hacer grande su mundo de mentira, que no existe y solo tiene un monumento, el pozo sin fondo, que es la crueldad del que no sabe hacer otra cosa.
Tengo ganas de pillarle por banda. Se va enterar lo que es bueno. Lo que vale un kilo de pan sin miga. Va a correr de mi como si hubiese visto al demonio, que en realidad es él.
Que viva la VERDAD, con mayúsculas y la mentira se hunda en el fango del infierno, que es donde deben estar los que promulgan la mentira y el engaño.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

viernes, 7 de septiembre de 2018

LEER PARA DISFRUTAR


Para un lector, esto que yo escribo serviría para abrir boca. Un buen lector necesita medio Quijote para echar unos buenos ratos de lectura. Se beben, literalmente, los escritos y disfrutan con ellos. Yo escribo para pequeños lectores, que se conforman con poco.
La lectura es un “deporte” que curte la mente, la entretiene, y hace ameno un rato de ocio. Es raro, pero yo no leo. He leído dos libros, no enteros, en mi vida: Platero y Yo y la Biblia y la verdad que me gustó la experiencia. Yo leía estudiando los textos y se me quedó lo que leí.
El lector gusta de aprender cosas nuevas, en la lectura que se lleva a la mente. Busca experiencias nuevas y sacar provecho de lo que lee, poniendo en práctica las vivencias reales o irreales que se cuentan en un libro, que para un buen lector, es un tesoro.
5 minutos bastan para que un lector abra un libro y se ponga a leer. Si tiene tiempo, se pasa horas pegado a un libro, lleno de aventuras y máximas.
Hay quien prefiere leer un libro que ver la película que adapta la obra de un buen escritor, que deleitará con sus ocurrencias, aventuras y desventuras, de unos personajes ficticios, que se saca del sombrero el escritor de marras.
Yo escribo porque me gusta que me lean. En mis escritos doy consejos de las cosas de la vida, que mi experiencia madura me permite dar. Cada cual que lo tome como mejor le venga. Yo sigo erre que erre.
Mis lectores dicen que lo hago muy bien y están contentos de tener un amigo, que escribe en prosa lo que para el alma es un verso.
Me gustaría publicar mis artículos, pero no tienen garra, son pequeños pedazos de un libro irreal, porque cada artículo, es un tema diferente y no tiene relación con una historia.
Si a alguien le agrada leerme, que me lo diga, que eso me inspira y me ayuda a seguir escribiendo.
Yo tengo muchos seguidores en la red, amigos y conocidos y gente que no conozco de nada.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

jueves, 6 de septiembre de 2018

EL SACERDOTE


Era hijo de la luz y del viento y no creía en sus superiores. Su vocación le venía de dentro y amaba lo divino como ninguno. Sus creencias eran puras y se basaban en las Escrituras y en lo que su espíritu le comunicaba.
Su ilusión era servir a sus hermanos y no defraudar a Dios. Vivía en un sin vivir, porque la gente adoraba al demonio y sus cosas. Era hombre de bien, pecador, pero lo reconocía, mientras los demás vivían felices, en su interpretación de lo que decían los curas de Jesús, y de su caminar por este mundo de hombres incrédulos.
A pecadores y no a justos vino a llamar el Maestro, pero ni unos no otros le hacemos caso. Somos obstinados ante la realidad que se nos pone delante. Duros de doblegar delante de la verdad que llama a nuestra puerta sin cesar
El sacerdote de nuestra historia no era cura, porque no quería verse atado a los cánones de la parroquia católica y su séquito. Él era independiente, Apóstol de Jesús y seguidor de sus pasos.
Quería un mundo más justo, solidario y amante de la verdad. No tenía en el mundo a nadie superior, por eso no quería ser cura, que estaría atado a sus superiores jerárquicos y él era libre, en esta tierra de sufrimientos.
Viven sus hermanos, creídos en la verdad, que rozan el Cielo con sus acciones demoniacas y que, por tanto, no gustan a Dios. A Dios le gusta la verdad, el cariño, la sencillez y los valores humanos, que pueden ser divinos
Pero ¿quién es apóstol en nuestro tiempo? ¿quién nos dice la verdad sobre la tierra y el Cielo, sin desdén, con alegría y creyéndolo él mismo? “Busca y encontrarás” nos dice el Evangelio, “ven y verás”, prosigue, que el más raro que tú veas puede ser el emisario de la Palabra.
El sacerdote no quiere saber nada de rezos paganos, de gente que repite las mismas palabras, sin ton ni son. Cuando vayas a misa oye el Evangelio y dale su cumplimiento.
El sacerdote lo es por gracia de Dios, óyele y haz lo que tú interpretes bien de él.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

EL QUEHACER DE CADA DÍA


Puede hacer que nos sintamos bien, si lo hacemos de buena forma y con éxito. Si lo hacemos mal, nos sentiremos poco motivados y caeremos en la monotonía, que mata al hombre.
Es muy sencillo llevar nuestras tareas de buena forma y no torcer el hilo de las riendas de ellas y por tanto, llevarlas mal. No debemos caer en la monotonía, que es el aburrimiento que nos lleva a hacer las cosas como máquinas. Somos humanos y capaces de enderezar los caminos de la realidad de la vida, que es el cariño por lo que hacemos cada día.
Nuestra tarea ha de ser como un hobbie, para que las cosas vayan bien, si queremos triunfar internamente en esta vida. Es difícil llevarlo bien. Si sonreímos ante las adversidades, todo nos irá de primera.
Que una cosa me sale mal, pues otra me irá bien. No hay que tener miedo de nada, pues somos los reyes de la creación y como tales, herederos del bien del Cielo, que debe ser nuestra esperanza.
Tenemos comida y bebida todos los días, por ellos trabajamos y debemos sentirnos orgullos, de ser aptos para conseguirlos, con nuestro trabajo y dedicación, que son el premio a nuestro quehacer de cada día.
Peor está el que no tiene trabajo y quiere tenerlo, para demostrar a sus amigos, que es capaz de hacerlo con gracia y sabiduría.
El mundo está hecho a nuestra medida, pero tenemos que luchar por ganárnoslo. No debemos envidiar el bien de los demás, porque posiblemente tengan más problemas que nosotros mismos.
Debemos dar gracias por estar vivos, sanos, vigorosos y por tener una familia y amigos en quien confiar.
La vida nos sonríe, aplaudamos nosotros ese don, que no todo el mundo tiene en su mano.
Hagámosle un monumento a nuestro existir, que es el mejor del mundo, que nos ayuda y nos guía por este mundo de flores.
Que nadie dude de nuestro valor y gallardía para luchar por todos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

martes, 4 de septiembre de 2018

UN VERANO PARA MÍ


En cuanto a Al-Farala se refiere. En los meses de julio y agosto, se pueden contar con los dedos de la mano, los usuarios que han pasado por la Asociación. Allí me las he tenido que apañar yo solito, con el ordenador, eso sí, con aire acondicionado, que hace más llevadero  este verano.
Yo no me he rendido ante el calor y día a día he asistido a escribir mis artículos y a publicar fotos. Cuando llegue el invierno dirán que llueve y hace frío y tampoco vendrán a la que yo considero nuestra segunda casa.
Con más alegrías que penas, día a día, estoy pasando el verano allí, firme ante la tarea de divulgar cosas que pueden ser útiles a muchas personas del mundo hispano. Tengo bastantes seguidores en la red: compañeros de la EMT, amigos de la asociación, asistentes a mi casa y en Facebook, se cuentan por cientos las personas que me siguen, lo que llena mi corazón de alegría, ya que me siento realizado.
No es tan fácil como parece sacarse de la mollera un artículo todos los días, y no repetirse mucho en el contenido de estos. Hay hombres y mujeres que me siguen en la red y todavía no me han dicho que soy un pesado con mis historias. A unos les gustarán algunos artículos a otros menos, pero siempre encuentro algún mensaje de que les ha gustado mi erre que erre.
Ya ha perdido la cuenta de cuantos artículos llevo escritos. Yo creo que más de 600, lo que me anima a seguir escribiendo. Siempre los lee alguien y eso para mí es positivo
Tengo siete archivadores llenos de escritos. Lo importante es no aburrir a la gente. Yo no me rindo ante los problemas y sigo adelante, en esta lucha que empecé hace muchos años, tantos como tengo (54). Desde niño se han mofado de mí y ya ha llegado la hora del desquite.
Esos que en la escuela, la mili y en el psiquiátrico han hecho burla de mí, hoy reciben su merecido, al verme como salgo adelante, con más alegrías que penas.
Lo dicho, a seguir luchando, todos, por un mundo mejor, más solidario y más productivo para todos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

lunes, 3 de septiembre de 2018

HAY QUE VER


Lo dura que es la vida para todos en general. Para unos porque no tienen que llevarse a la boca, para otros porque están solos, para otros porque están enfermos, para otros porque son mayores, para otros porque no tienen trabajo, para otros porque su trabajo les agobia, para algunos jubilados porque cobramos poco…
Hay que ver lo bonito que sería que todos tuviésemos lo suficiente: comida, calzado, ropa,  y una casa donde vivir. Lo bonito es que a nadie nos doliera nada, que viviéramos en armonía como buenos hermanos, que no nos costase trabajo trabajar, que todo fuera como un juego de niños, que no nos preocupase el paso del tiempo, porque no envejeceríamos jamás.
Hay que ver lo bonito que sería que siempre fuese de día, que no tuviésemos que dormir, que todo el tiempo fuese para disfrutar.
Que bonito sería que todos fuésemos del mismo parecer, que fuésemos como niños que no se cansan jamás, que juega a mil y una cosas a la vez, en un bello jardín plagado de césped y flores, pero sin espinas.
Que bonito sería que no nos tuviésemos que sentar ni acostar, porque no nos cansáramos jamás, que no tuviéramos ni frío ni calor, porque el clima de nuestra casa fuese perfecto, que no tuviésemos que comer ni beber jamás, porque nuestras necesidades están cubiertas. No tendríamos que procrear, porque somos todos los que estamos y estamos todos los que somos.
Que un río de agua cristalina corriera hacia el mar, donde nos bañaríamos a placer. La temperatura del agua sería perfecta y no nos daría vergüenza bañarnos sin bañador, porque nuestro cuerpo estaría cubierto de un traje invisible, que no nos veríamos nuestras intimidades, que no existirían.
¿Dónde está esto? Busca y veras que está dentro de ti, en lo más profundo de tu alma, en tu ser, en tu cuerpo de hombre o mujer, de niño o niña y es tu vida, la vida eterna que está en el CIELO.
Busca y hallarás pide y tendrás, se tú y lo verás que no estoy diciendo tonterías.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

sábado, 1 de septiembre de 2018

HOY AQUÍ, MAÑANA ALLÍ


Hoy me he enterado, de buenas a primeras, que mi amigo A. Corpas ha muerto de un infarto al corazón. Él era joven (58 años) y se dolía de una rodilla y un hombro, padecía atnea del sueño, pero, que yo sepa, del corazón, nada de nada.
Ha dejado sola a su madre, de 83 años de edad y que, el único cariño que tenía en casa era él. Ana, su madre tiene más hijos, pero andan cada uno por su lado. Antonio le hacía todas las cosas de casa: desde limpiar, lavar la ropa hasta la comida y el cuidado de ella.
Sus amigos estamos consternados por su repentina muerte y es que no somos nada en esta vida: hoy aquí, mañana allí. Bueno, pensándolo bien se ha ido a descansar, a ese sitio que nos tiene reservado Dios, para los que mueren, entretanto viene Jesús y nos lleva a presencia de su Padre.
Será el día del juicio final, donde se desvelarán todas las cosas, que cada uno ha hecho, buenas y malas. Las buenas nos alzarán, y las malas nos serán perdonadas por Dios, Señor nuestro. Ese día enjugará todas las lágrimas, de los que sufrimos en esta vida, que somos todos.
Dios no disfruta viéndonos en este mundo malo para todos, sino que sufre y llora por nosotros. Lo hace más por el que más pesares tiene en esta vida. Los demás también sufren, pero a la vez viven bien, porque no tienen grandes problemas.
Paco y yo nos hemos quedado sin quien nos aconseje bien. Era nuestro amigo del alma y nos decía lo mejor para nosotros, seriamente.
Yo quisiera desaparecer de este mundo, como lo ha hecho él, de repente, sin sufrir, porque bastante tengo ya. Solo por parte de mi familia, que no sé por dónde anda.
Menos mal que tengo el cariño de mis padres, que sino estaría como otros enfermos mentales: malviviendo en pisos o casas hogar de Faisem, donde el cariño no apremia, ya que todo es sufrimiento y mala vida con gente que no está bien.
Os pido una oración por el alma del buen Antonio, que vaya al Cielo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.