lunes, 9 de julio de 2018

TERCER HOMENAJE


01-07-2018
Hoy, como todos los domingos, nos reunimos mi amigo Pepe y yo para desayunar juntos. Fiel a nuestra cita, yo estaba en su casa a las nueve y media de la mañana. Como se le ha acabado el gas butano y no podíamos calentar la leche, en lugar de comer churros, nos hemos ido a un bar cercano, que es muy baratito, a tomarnos un buen desayuno.
Pepe se ha comido un pitufo a la catalana, con un café con leche y yo un descafeinado con un pitufo mixto (con mantequilla, queso de barra y jamón cocido).
No acaban aquí nuestras andanzas, pues para hoy teníamos previsto juntarnos con nuestro amigo Antonio, para almorzar juntos. Antonio cumple años el día dos de agosto, y yo le tengo dicho que este es el regalo de cumpleaños que iba a hacerle. Él se conforma, y más aún, nos ha dicho que para septiembre o así, nos invitará él a comer a nosotros.
A las doce de la mañana, aproximadamente, llegó Antonio, y yo estaba dormido en el sillón de Pepe. Esta pasada noche no he dormido bien, y tras desayunar, me fumé un cigarrito y me entró sueño. De forma tal, que Antonio me tiró una bolsa de ropa, que se ha comprado y yo, sobresaltado, desperté. No le oí ni de llegar y pegar en el timbre.
Todos los domingos me pasa lo mismo, tras desayunar me entra sueño, pero hoy ha sido algo especial. Cuando llegó Antonio, estaba dormido como un tronco. Normalmente lo que hacemos, es llamar por teléfono a Antonio y estar, entre Pepe y yo, casi una hora charlando, entre bromas y cosas serias. No importa el rato que estemos, ya que Antonio tiene tarifa plana.
Hoy me he llevado una desilusión con Pepe, ya que llevaba tres meses sin fumar y hoy me ha dicho que se ha echado otra vez al vicio. Efectivamente, tras desayunar, me pidió un cigarrillo. Compremos el pan y acto seguido, se fue a comprar un paquete de tabaco.
Nos fuimos al Jardín y nos comimos, de primero, paella los tres y de segundo, Antonio y yo, albóndigas y Pepe jibia. Nos tomamos el postre y tras fumarnos un cigarrito, nos despedimos. Lo hemos pasado muy bien.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

sábado, 7 de julio de 2018

CONCURSO DE MANUALIDADES



Como cada año, desde hace diez o doce, con ocasión del día del enfermo mental, que 
se celebra el día diez de octubre, se organiza, por parte del centro de salud mental de C/ Peinado, de manos del enfermero Fermín y todo el equipo de dicho centro, un concurso de manualidades y relatos cortos (poesía o prosa).
En él participa todo el que quiere de Faisem (casas-hogares, pisos, talleres de cerámica, encuadernación, la URA… y toda clase de trabajos hecho por enfermos mentales.
Esto da ánimos a los participantes a realizar trabajos, escritos, tapices, marquetería. Pintura al óleo, pincel, en barro, con desechables (como latas, botellas, cajas de cartón), pintados y decorados y que tengan relación con la integración social del enfermo mental.
Yo este año voy a presentar este modesto escrito y una mariposa hecha sobre madera, con fondo negro de fieltro y clavitos dorados que hacen el contorno de una mariposa con hilos de muchos colores.
Este es el cuarto año que participo y estoy muy animado a hacerlo. No por el premio y diploma que dan, sino por pasar una buena mañana, charlando con compañeros que no nos vemos habitualmente.
En silencio, los enfermos mentales, hacemos mucho por la sociedad, y eso es precisamente lo que queremos demostrar, con nuestra habilidad en hacer cosas útiles, que nos mantienen entretenidos y que vienen a decir mucho de nuestras habilidades.
Las personas que están sanas, no tienen tiempo ni paciencia para ponerse a hacer estos trabajos, que son muy delicados y tareosos. Algunos hay que cocerlos al horno y para nosotros tienen un valor incalculable, porque  dedicamos mucho tiempo a hacerlos.
Además de Fermín y su equipo, participan en organizarlo, psiquiatras, psicólogos, terapeutas y gente de este mundillo de toda la provincia.
Vaya mi agradecimiento y el de mis compañeros, para tod@s ellos/ellas.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

viernes, 6 de julio de 2018

VAMOS A LA FERIA



30-06-2018

De aquí a un mes y una semana, segundo más o menos, empieza la feria de Málaga la 

bella.

Siempre empieza un viernes a las once de la noche, con el pregón por parte de un 

famoso, desde el balcón del Ayuntamiento. Seguidamente vienen los fuegos 

artificiales. Cohetes, tracas y toda clase de artificio imaginable. Esto es en la plaza del 

General Torrijos y la plaza de la Marina, acompañados con música ambiental, para dar 

inicio a la feria de nuestra ciudad, que durará desde el viernes citado, hasta el domingo 

de la semana siguiente.

Está la feria de día en el centro de la ciudad, pero lo más importante es en el Real, 

donde en el momento citado se encienden miles de bombillas, en el arco que da 

entrada 


a la verdadera feria, la de noche, que dura hasta la madrugada de todos esos días

Allí hay cientos de casetas, esperando a los visitantes. Están las atracciones de circo, 

conciertos y los artilugios para pasearse, como la noria gigante, los coches de choque, 

la casa de los horrores, el laberinto de los espejos, el tren que corre a gran velocidad, 

olla, el saltamontes, la tómbola y cientos de atracciones, que hacen felices a los más 

pequeños y a los más atrevidos.

Y es que hay que tener valor para montarse en alguno de esos cacharros,tan peligrosos 

y caros, por cierto, ya debe costar subirse en cualquier atracción alrededor de los cinco 

euros y de ahí para arriba.

Por otro lado están los caballos, paseando vigorosos por la fiesta, que está llena de 

casetas, donde te puedes comer desde una rica paella, pimientos fritos, un pollo asado 

y hasta churros, de “madrugá”.

Esto está hecho para los más pudientes, porque todo vale caro y hay que estar de 

vacaciones, para acercarse una o varias noches al real, situado entre la Colonia de 

Santa Inés y, más bien, la barriada del Copo, al Oeste de la ciudad.

La EMT habilita autobuses especiales, desde las barriadas y desde el centro de la 

ciudad y vuelta hasta altas horas de la madrugada.

Son los turistas, españoles y extranjeros, los que más gustan de la feria.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

jueves, 5 de julio de 2018

INCONFORMISTAS



Es lo que somos la mayoría de las personas, por no decir todas. Nunca estamos 

contentos con lo que tenemos y aspiramos a más. Cuando hacemos algún esfuerzo, 

queremos nuestro premio. Me pregunto yo si habrá suficientes premios en el mundo, 

para tan gran número de personas, desde que las crearon hasta que desaparezcan de 

este mundo.

Vosotros diréis, que yo baso mis escritos en torno al mismo tema, prácticamente. Este 

tema es ópviamente la gente del mundo y sus problemas. Me gustaría ofreceros algo 

nuevo, pero es un círculo vicioso, que gira alrededor de las personas, sus quehaceres, 

el amor, lo justo, lo injusto, las cosas que ocurren todos los días, alguna anécdota o 

cosa curiosa, halagar o criticar a algo o alguien, alguna poesía imperfecta y poca cosa 

más.

Yo considero que, con lo que tenemos, deberíamos de conformarnos. Comemos y 

bebemos todos los días, tenemos ropa, calzado, familia, amigos y un techo que nos 

cobija. Esto en el primer mundo, porque no debemos olvidar que hay millones de 

personas, que no tienen muchas cosas imprescindibles para vivir. La primera, el pan y 

comida y agua de todos los días, el calzado y la ropa, los médicos que curen sus 

enfermedades, medicinas, un techo, sufren guerras, sin que nadie les consuele…

Vosotros que leéis estas líneas diréis: y “¿Qué puedo hacer yo?” Pues hay muchas 

cosas que podemos hacer cada día. Se me ocurre que podíamos ayudar un poco más a 

los demás, a los más necesitados, saludar  a quien con cara de pena, nos mira de reojo, 

mendigando un poco de cariño, pintarnos una sonrisa en la cara, dar de eso bueno que 

tod@s llevamos dentro, que es amor y comprensión…

Hoy mismo he estado visitando a una vecina que se ha caído en casa y se ha partido la 

cadera. Yo trataba de animarla, porque el mundo no acaba aquí. Yo le decía que se 

riyese, pero no lo hacía, a pesar de estar acompañada por su hijo, el cual me sonreía y 

agradecía mi gesto de ir a visitar a su madre, enferma. Lo que ocurre, es que esta 

señora es ya muy mayor, y tiene una enfermedad grave.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

miércoles, 4 de julio de 2018

CADA UNO VA A SU ROYO



No hay unidad en esta sociedad consumista, que apesta a más no poder. Cada cual 

vive su vida lo mejor que puede. Si es posible sin trabajar y sin hacer nada, tan solo 

quejarse de que las cosas van mal.

“No tengo dinero, me hace falta para vivir, no hay trabajo (ni ganas de hacerlo), mi 

trabajo me tiene alt@, no gano lo suficiente, me gustaría mejorar económicamente (a 

costa de los demás), estoy aburrido y asqueado de esta vida (pero no hace nada para 

mejorarla), no admito que nadie me critique, ya que mi comportamiento es correcto 

(eso habría que verlo)”

Cada cual mira a su herman@ o projim@, con envidia, porque él está mejor que yo. 

Quizá no ha mirado bien hacia atrás, el otro puede estar peor que él y no se queja.

En España podíamos vivir bien, si nos lo propusiéramos.

Lo que pasa es que, cada uno, va a lo suyo y le importa un pimiento el otro. 

Desconfiamos hasta de nuestra propia sombra.

Ahora que la cosa va mejorando, en cuanto a trabajo se refiere, no queremos hacerlo 

porque: “pagan poco”. Quizá sea que quieres que te lleven el sueldo a casa y de esta 

manera, te evitas tener que ir a buscarlo, al puesto de trabajo.

Somos unos vagos a más no poder. Si pillo la oportunidad de jubilarme, lo hago y que 

trabajen los romanos, que para eso tienen el pecho de lata.

Yo voy todos los meses al banco a cobrar y viva la Pepa de Puerto Real.

Esta sociedad da un poquito, o mejor dicho un mucho de asco. Los hijos se 

aprovechan de sus padres, que tienen su paguita. Se la quitan, literalmente, con la idea 

de no tener que trabajar, PORQUE ESO CUESTA UN TRABAJO.

A la hora de quejarnos, no se nos ponen pelos en la lengua: “Me duele aquí o allí, no 

puedo trabajar, nadie está peor que yo, la vida me trata mal, debería cambiar para 

mejor” (pero no hace nada por conseguir su buen propósito)

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

martes, 3 de julio de 2018

PEPI


Mi vida cambió el día que te conocí,

Fue la tarde de un cálido otoño, cuando nos presentaron,

Desde entonces, yo vivo por ti, tú vives por mí.

Pepi es diminutivo de Josefa, que es tu nombre de pila,

Pero es más bonito el primero para llamarte, corazón.

Me cautivaste, desde el primer momento que te ví.

Nuestro noviazgo fue largo, pero dulce como la miel,

 Un poco chapado a la antigua, pero firme como una roca.

Mi niña es pequeñita, pero como suele decirse:

Las cosas buenas en tarritos pequeños, eso eres tú, cariño.

Una esposa ideal para un hombre que ama los niños.

Me fuiste enamorando poco a poco, sin prisas ni tonterías.

El primer beso, en la mejilla, vino al mes de conocernos,

Después todo fueron besos, caricias y mimos, en una pareja,

Que hace historia en estos tiempos modernos,

Donde no se lleva estar mucho tiempo, tras la reja.

Hoy se conocen y a la primera de cambios,

Se hallan en la cama, consumando el amor.

Lo nuestro fue distinto, tranquilo y saboreando,

cada momento, como si de un rico manjar se tratase,

Beso a beso, caricia sobre caricia, el amor disfrutamos.

Así hasta el día de la boda. Tú de blanco, yo de negro,

Nos llevaron a la parroquia, a firmar nuestro amor sempiterno.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

lunes, 2 de julio de 2018

AL MERCADILLO


Hoy, como todos los domingos, he ido a casa de mi amigo Pepe, para desayunar juntos. Yo llego a su casa a las nueve y media. Unas veces compramos churros, (muy buenos, por cierto), y otras comemos en un bar que hay por allí muy baratito.

Después llamamos por teléfono a nuestro íntimo amigo Antonio.           Conversamos largo rato de nuestras cosas, nos fumamos unos cigarritos y a eso de las doce del mediodía, me voy para mi casa.

Antonio y Pepe son los dos mejores amigos, con diferencia, que tengo. Los he conocido a ambos en Al-Farala. De vez en cuando, nos juntamos los tres  y nos vamos al restaurante el Jardín, a almorzar un menú y echar el día. Por cierto que ponen una paella muy buena.

Hoy teníamos previsto Pepe y yo,  ir al rastro (mercadillo), a comprar dos camisas para mí, y así lo hemos hecho. Primero hemos llamado, un ratito, a Antonio, luego hemos desayunado, hecho unos mandados y luego hemos cogido el autobús que nos lleva al rastro.

Nada más llegar, nos hemos puesto a buscar las camisas. Hacía calor. Dimos unas cuantas de vueltas, y no encontrábamos la prenda deseada. Después de un rato de andar y andar, vimos que en un puestecillo, había algunas y como eran baratas (seis euros, cada una), pues allí mismo las compré.

Después, nos dimos una vuelta por el mercadillo (ya, por ver si había algo interesante). No encontremos más camisa en todo el rastro, y es que la gente ya no usa camisas, sino camisetas. Yo prefiero aquellas, porque dan mucho calor las camisetas y porque no tienen bolsillo.

Como hacía calor, nos compremos unas coca colas fresquitas y nos las bebimos. Y ya, cumplida nuestra misión, nos fuimos a coger el bus, que no tardó en llegar, y nos fuimos cada uno para su casa

Ha sido un día memorable. Lo hemos pasado muy bien. Cuando tengamos que comprar otra cosa,  nos juntaremos de nuevo, para echar un día bueno, a la vez que desayunamos juntos

Nosotros siempre vamos a comprar a los sitios que son baratos.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.