miércoles, 12 de enero de 2022

LA MUÑECA DE TRAPO

 

LA MUÑECA DE TRAPO

07-01-2022

Estaba en un escaparate, lucía bellos colores de tela, distintos en todos los miembros. Se veía nueva y bonita y una niña se la pidió para los reyes, los que se la trajeron el día cinco de enero por la noche. Era más grande que la niña, que tenía seis añitos. Como digo, era mayor en dimensiones que la niña, que la quería mucho, jugaba con ella, haciéndole adoptar diferentes posturas y se la llevaba con ella a la cama.

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Las amiguitas de la niña la envidiaban, porque tenía una muñeca muy bonita, de colores, apta para cualquier niña y que se podía jugar con ella mejor que con un peluche, porque no es tan flexible como nuestra protagonista, que parecía tener vida por su alegre colorido. No había niña en el barrio que tuviera una muñeca tan hermosa. No era de categoría, ni cara, pero su dueña se sentía feliz con ella.

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Al cabo de unos años, la muñeca se fue poniendo fea, descolorida y rota por algún sitio. Entre tanto salieron los juegos electrónicos y los móviles, que atraían a aquella que ya era una jovencita la cual la abandonó en un desván, donde le cantaban: “muñequita le dijo el ratón, ya no llores más tontita, no tienes razón. Tus amigos no son los del mundo, porque te olvidaron en este rincón. Nosotros no somos así: te quiere la escoba y el recogedor, te quiere el plumero y el sacudidor, te quieren la araña y el viejo mastín, también yo te quiero y te quiero feliz, también yo te quiero y te quiero feliz.”

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Una historia que empezaba con un encuentro entre un juguete precioso y una niña buena, se ha convertido en un relato triste y melancólico. Por cosas del destino, hasta los juguetes pasan de moda. No es justo que si, por ejemplo, queremos mucho a un infante, porque es guapo gracioso cariñoso y cuando crece, pierde aquellas virtudes y ya no nos entra por el ojo, no es lo suyo. Todo evoluciona, cambia, se pone distinto con el paso de los años, pero hay que adaptarse y lo que se ha querido tanto, ahora lo desechamos, como le ocurrió a nuestra protagonista.

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La ahora pobre muñeca fue adoptada por una niña con pocos recursos, que no le importaba que estuviese vieja y descolorida. Jugaba con ella alegremente en su humilde casa. La acogió con tanto cariño como su antigua dueña. Cosió sus roturas , la lavó, porque quieras que no tenía polvo y ya, no es que fuera nueva, pero tenía buena presencia. La muñequita volvió a tener “vida.”

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Este mundo es así, lo que uno desecha, otro lo recoge con alegría. Deberíamos hacer como esta segunda niña y conformarnos con cosas usadas, también sirven y no valen o valen poco dinero y para simplemente jugar , por ejemplo, no debemos ser tan exigentes. Todo se pone viejo hasta las personas y si alguien no nos quiere porque somos viejecitos, es que su cariño no es bueno.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.

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