AYUNO Y ORACIÓN
13-01-2022
Esto es lo que les mandaba hacer Jesús a sus discípulos
cuando no podían curar a un enfermo, o sea, echar fuera de su cuerpo el demonio
poderoso que lo poseía. Esto de los milagros está muy mal mirado, porque apenas
si existen, pero acaso alguno de nosotros hacemos la voluntad de Dios, que
Jesús no la puso en bandeja para que lo tuviéramos más fácil. Pues no.
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Es cierto que no es fácil de comprender y sobre todo llevar a
cabo las tareas que Dios nos encomendó por boca de Jesús, pero no es menos
cierto que todos esperamos en Él, en que venga a recogernos y nos lleve junto a
su Padre. Diréis que tarda mucho, pero es que también somos muchas las almas
que esperan que esto ocurra. Sin decirlo con estas palabras, salvo unos cuantos
ateos y agnósticos, tienen la esperanza puesta en Jesús.
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Cada uno nos creemos que hacemos más que suficiente para
merecer el Cielo y esto es mentira, porque quién cumple los mandamientos.
Fijaos si es fácil el saber lo que tenemos que hacer: 1º Amar a dios sobre todas
las cosas y 2º Amar al prójimo como a ti mismo. Lo difícil es cumplirlo. Esto
que ahora llaman empatía y que se trata de hacer al prójimo lo que te gusta que
hagan contigo y viceversa.
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Sin olvidarnos del primero, Dios sobre todas las cosas.
Ustedes diréis: dónde está Dios, no puedo verle. No, ni yo tampoco, porque a
Dios se le ve cuando hacemos lo que Él quiere de nosotros y al 99% no lo
llevamos a cabo. “Es que yo me porto bien con todo el mundo”. Dirá uno. “ Es
que yo ayudo al desvalido y doy limosna”. Dirá otro. Pero quien se ha
preguntado a si mismo porqué hace esas cosas. Yo se lo diré: por orgullo
personal y porque lo vea la gente y digan que buena persona.
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Bueno solo es Dios, ya lo he dicho en otras ocasiones. Ni
siquiera Jesús, por lo menos mientras estuvo aquí en la tierra, no era Bueno,
era el hijo de Dios. Con qué derecho nos atrevemos a decir este o esta es buen@,
si con nuestros actos no le llegamos a la altura de las sandalias a Jesús,
muchísimo menos a Dios.
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Visto lo visto, quién se cree un buen creyente. Nadie porque
nadie hace la voluntad del Padre, ni siquiera tras la pasión y muerte de Jesús.
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Volviendo al principio: ¿quién ha dejado de hacer una comida
por amor a Jesús y a su padre? Tampoco nadie. Entonces como queremos que Padre
e Hijo se manifiesten a nosotros. En cuanto a la oración, lo que nosotros
hacemos es rezar machaconamente, sin sentimiento de amor alguno.
Medita estas palabras en tu corazón y pongámonos a trabajar.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.
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