Para los que vivimos en el primer mundo, este puede ser
maravilloso, porque tenemos de todo, a veces en abundancia, para vivir
cómodamente.
Lo que pasa es que, el afán por tener más y mejor, hace que
la vida se convierta en una pesadilla. Deberíamos conformarnos con lo que
tenemos, y no ambicionar más y más.
Tenemos comida, bebida, agua corriente, cuarto de aseo, una
cama bien mullidita, un techo…Y muchas cosas que no nos hacen felices, porque
no nos parecen suficientes.
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Queremos más y todos no podemos vivir en una mansión, con
sirvientes y mayordomo, vestir las mejores galas, de los mejores modistos y
comer los más ricos manjares que da la tierra.
Siempre ha habido ricos y pobres. Todo es cuestión de
asimilarlo. Además, no es más rico el que más tiene, sino el que menos
necesita. Por querer, yo quisiera tener un yate, por ejemplo.
Lo que realmente valen son los pequeños momentos. Ese saludo
afectuoso que te hace un amig@, esas buenas palabras que te dedica un familiar,
allegado o amigo, esa sonrisa de un niño…
También hacen el mundo bueno, esas visitas inesperadas, de
algún familiar o amigo. Esa llamada por teléfono que no esperabas, ese presente
que te hacen y que te viene como anillo al dedo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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