Más bien deberíamos decir las caras del dinero, porque como
todo el mundo sabe son dos. La cara y la cruz. La cara es muy bonita: tenemos
para todo, comida, ropa, buena vivienda, buen coche y para antojos
innecesarios. La cruz no es tan bonita, ya que nos hace esclavos del vil metal,
olvidándonos de todos, conocidos amigos e incluso de la familia. Lo que es
tristemente amargo. Pero no nos damos cuenta y queremos más.
Los que trabajan son esclavos de su trabajo y los que tenemos
más bien poco, lo gastamos en lotería, que nunca toca, pero nos hace
momentáneamente felices imaginando que nos va a tocar el premio mayor. Jugamos
y jugamos, pero no escarmentamos.
Mientras los que organizan estas loterías, se hacen ricos
aprovechando la debilidad de la persona. Ludópatas hay muchos, pensando “a ver
si me tocara”. Muchos hay y pocos son los que consiguen un premio importante.
De tal forma que la gran mayoría nos quedamos con la miel en
los labios, pero no desistimos, porque nuestro “emperramiento” se une a la
publicidad grande y engañosa que hacen los magnates de los distintos juegos, en
la que todos venimos a caer, pensando que algún día será.
Saben mucho los loteros, no quien la vende, sino quien la
organiza y cada día son más los juegos que se ponen en el mercado.
“La mejor lotería, el trabajo y la economía”. Que razón tiene
este refrán que me decía un anciano.
Dinerito, el justito y seremos más felices, tendremos más
amigos y estaremos más cerca de la verdad.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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