Me ocurrió un día que estando yo en oración, le ofrecía yo a
Él una cosa, pero a cambio de un favor. Eso no es oración, es un chantaje por
mi parte.
Cuando hubo conseguido de mí lo que quería, me despidió sin
más y es que a Dios se le pide, se le ruegan cosas, pero no se le chantajea.
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Si se le pide con la verdad y el corazón por delante, Él lo
concede, si lo ve bien, lo que no puede ser es perderle el respeto, no acepta
bulos ni tonterías.
Y es que Él es el Jefe y nosotros sus ciervos. Si lo hacemos
bien, cosa que es muy difícil, nos concederá con alegría todos los bienes que
le pidamos.
No podemos creernos, que es igual que nosotros, sencillos y
mortales, frente a un ser superior, que nos quiere mucho, pero que no consiente
que le faltemos.
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Si quieres y puedes, podrás llevarlo siempre contigo, pero lo
que no puedes hacer es creerte igual o superior a Él, porque está claro que no
lo somos.
Si tú Dios es mí Dios, ya sabes algo más de este ser,
invisible a nuestros ojos, pero si que podemos verle con los ojos del corazón,
si está limpio de pecado.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.
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