Es aquella que tiene muchos y buenos amigos, aunque sean unos
mejores que otros. Que cuando necesite un favor, siempre encuentre quien se lo
haga. Que cuando el favor sea muy grande, encuentre un amigo bueno que lo
socorra gustosamente, pidiendo a cambio del favor solo lealtad en la amistad
que ambos se profesan.
Dicen que el dinero no hace la felicidad, pero ayuda, por
tanto nuestro protagonista, tendrá dinero para defenderse, ni mucho ni poco.
Una persona afortunada tiene pocos enemigos y a los que tiene
no les hace ni puñetero caso, como si no existiesen, de forma tal que no
enturbien el agua clara por la que navega feliz esta persona.
No tiene complejos. Se conforma con lo que la naturaleza le
ha dado. No se siente ni gordo ni delgado, ni alto ni bajo, ni feo ni guapo. Se
siente feliz tal cual es y le importa poco lo que los malos pensados, que
siempre los hay, digan de él.
Parece que estoy describiendo a alguien perfecto y eso no
existe. Lo que yo digo es que esta persona, se siente bien consigo mismo y con
los demás.
No puede ser envidios@, ni mal pensado. Ha de ser sencillo y
amante de la vida. No querrá que le veneren, ni le traten como a alguien
especial.
Su sonrisa iluminará el mundo y rara vez dejará de hacer un
favor, a quien sea, desinteresadamente.
Posiblemente haya sufrido en alguna época de su vida, pero
hoy por hoy, de ríe de los peces de colores.
Puede ser un hombre o una mujer o varios amigos, que siempre
se rigen por la verdad.
Que suerte si esa persona eres tú. Continúa tu caminar y no
te desvíes de tu senda.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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