miércoles, 13 de septiembre de 2017

UN HOMBRE Y UN PERRO

Se trata de yo y mi perrita “chica”. Hace ya varios años que murió, ya que le mordió un perrazo y le causó la muerte. Murió luchando. Aunque hace tiempo que murió en mi mente sigue viva, porque la quería mucho y ella a mí. Murió joven (3 o 4 años).
La sacaba dos o tres veces al día a pasear. Ella iba suelta y se iba donde quería. Cuando era hora de volver, yo la llamaba, por su nombre o silbándole y ella acudía en seguida a mí. Una vez me cazó un conejo y llegó a mí y le dije: suelta eso y lo dejó en el suelo, pero ya lo habían matado entre dos o tres perros que lo traían. El conejo me lo comí yo y ella los huesos.
La llevé al veterinario, pero ya era tarde. Falleció en la mesa de curas y yo me fui llorando para casa.
Ahora tengo un gato y una gata, que son muy inquietos, pero que acuden cuando yo los llamo. Sobre todo el macho que me contesta con un “miau” que rompe el alma.
 Es increíble el cariño que se le coge a un animal. Si los tratas bien, te corresponden con su forma de amar, que es serte fiel y acudir cuando se le llama.
En el patio estaba amarrada porque lo rompía todo. Cuando yo salía al patio se ponía en dos patas, ladrando y deseando que la soltara para ir de paseo.
Por este tiempo, la parte de atrás de mi casa daba al campo y se podía sacar de paseo los perros no peligrosos sueltos. Mi “chica”, ni que decir tiene, era una perrita cazadora.
Queda en mi recuerdo “chica”, la mejor perra del mundo. Que Dios la guarde en sus entrañas y espero verla alguna vez y compartir un ratito con ella. Adopta una mascota, no te arrepentirás.
                                                                                    JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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