Lo que para unos es una semana de diversión, fiesta y jarana,
para otros es un entorpecimiento de su vida social. Ya se sabe que el turismo
viene buscando fiesta y diversión y que se deja el dinero en nuestra ciudad,
pero para el trabajador de a pié es una semana
de alteración de su tarea cotidiana. Al fin y al cabo el dinero se lo
llevan los feriantes y cuatro trabajadores que meten para que les ayuden.
A mí también me ha gustado la feria de joven, con sus
cacharros para pasearse, su circo y sus fuegos artificiales al empezar.
Diréis que soy un aburrido y quizá sea cierto, pero yo me
divierto escribiendo, por ejemplo. Dejo mi mente volar y escribo mil historias que pueden ser
interesantes para el que las lee. Es mi única pretensión. Que sirvan de algo a
alguien.
Mi vida es un tanto solitaria, por eso no gusto de las
aglomeraciones de gente de ninguna clase. No he estado nunca en un concierto y
no me gusta ver un partido de futbol, de baloncesto y mucho menos ir a los
toros, donde, por cierto, se maltrata y mata a estos animalitos con artes que alardean
de valientes y son de cobardes. Que le corten las orejas y el rabo al torero y
se los echen al toro.
La feria es para tener dinero y ganas de divertirse. Para
salir con los amigos y pasar un buen rato, escuchar un concierto y comer fuera
de casa. Es para llevar a los niños a pasearse en los diferentes artilugios que
allí son propios.
Las antiguas ferias eran del ganado, donde se llevaba este
para comprar y vender caballos, mulos, asnos, cabras, ovejas…Esto hoy no se
lleva. Lo único que se busca es diversión.
Los que no tenemos dinero que gastar, no vemos aliciente en
la feria, donde todo es cara y de mala calidad.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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