Se casó Marina Mérida Martín con Julio. Ambos iban radiantes. Todo ocurrió en “las
tinajas”, un maravilloso restaurante entre Alauhurín de la Torre y Alahurín el
Grande. Yo estuve a punto de no ir, porque no había sitio para mí en el coche
de mi primo y yo en el autobús que pusieron para el evento no quería ir. No me
arrepentiré nunca de haber ido. Lo pasé pipa.
Fue una ceremonia por lo Civil en la que los novios dijeron
el “si quiero” arropados por amigos y familiares. Algunos como la hermana de la
novia, Rocío, leyeron palabras de elogio a los novios, que fueron atentos con
todos.
Del convite: primero ofrecieron unos entremeses y bebida y
luego, la cena. De entrante una ensalada variada con nueces y pasas, luego el
pescado, luego un sorbete-helado de limón y luego la carne. Por fin la tarta,
que era de nata.
Repartieron abanicos, alfileres de novia y una botellita de
aceite virgen extra para los hombres.
Allí nos reunimos un buen puñado de familiares y amigos para
ver como daban el “sí” esta fantástica pareja que forman ya Marina y Julio.
Todo estaba muy bien organizado. Después de la cena, a bailar.
Hasta yo bailé con una chica que me lo pidió. Aquí dulces y golosinas para la
madrugada y un bocadillo entrada la noche.
Fue una noche de ensueño. Niños y mayores disfrutamos lo nuestro.
Sus padres también nos acogieron con cariño. En el jardín-restaurante no
faltaba un detalle desde la ceremonia, la comida, las luces y todo a lo grande.
Cada un@ se puso lo guap@ que pudo para acompañarlos.
Todos gritamos una y otra vez “que vivan los novios”, y que
lo hagan muy felices, que tengan muchos
hijos y que Dios los bendiga.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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