lunes, 27 de diciembre de 2021

LA BURRA DE MI PADRE

 

LA BURRA DE MI PADRE

22-12-2021

Yo nací en un pueblecito de Málaga llamado Colmenar, donde hace mucho frío por cierto. Quizá por eso soy friolero. Viví mis nueve primeros años en el campo, jurisdicción de Riogordo. Pues bien, a lo que íbamos: mi padre tenía una burra pequeñita, que era el medio de transporte que teníamos.

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Para ir a la fuente a por agua, para ir al pueblo de compras, para ir a cuidar una finquita que tiene mi padre a cuatro kilómetros de casa y para lo que aconteciera. Como era pequeña a mí me daba lástima de verla cargada con la bombona de gas butano, la compra y mi madre, mi hermano mayor y yo subidos en ella. Me llamaban la atención los tobillos del asno, que eran muy pequeños y pensaba que se podían romper con tanto peso.

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No era vieja. Cuando nos vinimos a la capital, mi padre no tuvo más remedio que venderla. No se me  olvidará en la vida el servicio que nos hacía. Recuerdo que cuando tenía que cruzar un río crecido o un barrizal, se sentía reacia a hacerlo y mi padre le pegaba y yo sufría viéndola hacer algo que no quería.

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Ustedes diréis que me busco unos temas muy extravagantes y de poco interés social, pero yo me entretengo contando cosas de mi vida, cosas que me llaman la atención y este es uno de ellos. Si lees estas palabras te darás cuenta de mi amor por los animales, que tienen sentimientos como las personas y nunca se deben maltratar.

Más buena que era no podía ser. Recuerdo que un día iba montado en ella y al cruzar un río inclinó la cabeza para beber y caí al agua por encima de las orejas del animal. Por suerte no sufrí ningún daño, tan solo me mojé la ropa. Por supuesto no le pegué, la dejé que terminara de beber, me monté en ella y me fui para casa.

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La verdad es que no era un animal muy especial, pero para mí lo era y mi padre también la  quería. Digo que no es muy especial porque no sirve para arar el campo, ni para trillar gabillas de trigo en la era de piedra para sacar el grano. Si vale para cargarla con sacos, pero no mucho peso. En el campo hace el apaño, pero para cosas muy pesadas no vale como un mulo, por ejemplo, que es más grande en tamaño, pero iguales en bondad. Es de saber que los animales aman como nosotros.

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Tienen sentimientos como las personas, solo les falta hablar. Por eso estoy en contra de todo maltrato animal. Es cierto que tenemos que comer carne, pero no todos los días. La carne y el pescado deberían ser solo para celebrar algún acontecimiento.

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En esta sociedad que vivimos, comemos carne o pescado casi a diario y eso supone sacrificar animales, que sufren como nosotros mismos y en eso no estoy de acuerdo. Si tienes una mascota, cuídala, no le hagas sufrir nunca, quiérela como yo quiero a la burra de mi padre.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ  

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