A partir del año 2018, que está a la vuelta de la esquina,
nos vamos a otro local. Abandonamos el de la Colonia de Santa Inés y nos vamos
a otro, en el Puerto de la Torre. A mí no me hace mucha gracia, por varios
motivos: el principal es que allí no tenemos quien nos modere. También porque
hay que trasladar todos los bártulos, poner internet, poner teléfono y, sobre
todo, arreglárnoslas como Dios no dé a entender.
Ahora mismo todo está en el aire. El día 11 vamos a verlo. Yo
ya lo he visto. Es un local más pequeño con una sala, pero está vacía. No hay
dónde beber, ni orinar, ni fumar…Eso sí, tiene aire acondicionado.
Está en una tercera planta, junto con otros locales de otras
asociaciones, que estarán como nosotros. Hay una sala social y los lavabos, que
yo no los he visto, son comunes. Si se quiere uno fumar un cigarrillo, se tiene
que salir al patio, sino a la calle. Si quiere beber agua, tiene que ir al
servicio, poco higiénico, por cierto.
Para los que les geste la aventura, es un aliciente, pues
habrá nuevos vecinos. Lo malo es que no hay ni una tienda cerca, ni un bar
donde comprar un bocadillo o tomarse un café.
No tenemos horario ni persona que se encargue de abrir
“aquello”, como los usuarios necesitamos. También tiene cosas buenas: el
autobús deja cerca y es un barrio, aparentemente tranquilo, pero está muy
escondido.
En el antiguo local no nos niegan la entrada, pero eso sí,
hasta las 17:00 horas, de momento, hasta que nos instalemos en el Puerto.
Todo esto es un royo batatero, que yo no comparto.
Esperemos que todo salga bien y tengamos un sitio donde
vernos y pasar las tardes, regularmente, con buenos apaños y que no nos falte
el ánimo para seguir adelante.
A pesar de mi pesimismo, todo saldrá bien. Ya lo veréis.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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