Son los que se relacionan más conmigo y coincidimos en ideas
sobre la vida y la moralidad. Afortunadamente tengo muchos, porque me muevo en
diferentes ambientes. Vamos que soy un callejero. Entre ellos están los de la asociación,
los antiguos compañeros de trabajo, amigos y los vecinos. Otra cosa es la
familia, unas veces se lleva bien, otras regular.
Quien se lleve más por conmigo es porque él quiere, porque
yo, creo, que no le hago motivos a nadie para ser su enemigo. Ya me estoy
poniendo muchos moños y es que yo no soy ni mejor ni peor que nadie.
El caso es llevarse bien y perdonar. De eso saben mucho las
personas mayores, que callan los defectos de sus hijos y allegados, con
paciencia y amor.
Por estas fechas de Navidad y Reyes se juntan más los lazos
de las gentes, comiendo juntos y compartiendo más tiempo. Los problemas son los
mismos, pero el cariño aumenta al compartir más tiempo. No todas las familias
pueden estar juntas por problemas de trabajo o por estar lejos del seno
familiar. No obstante existe el teléfono, fijo y móvil, que nos une, entre
lágrimas, en la distancia que pueda haber.
Mi mejor amigo no es el que más me halaga y más regalos me
hace, sino el que está por mí y por mis problemas y vive conmigo las cosas
buenas y malas. Mi mejor amigo eres tú.
Se dice que el mejor amigo del hombre es el perro. Le regañas
y pegas y viene sumiso a ti, como si nada fuese pasado. Es cierto. Pues así
deberíamos ser las personas. Habría menos males y más paz en el mundo.
Un ladrón, un drogadicto, un maleante, un vagabundo puede ser
amigo mío, siempre que me respete y no sea malo conmigo. Son personas y tienen
su corazoncito y muchas veces pasan frío, hambre y van a la cárcel, justa o
injustamente. La ley no perdona, perdónale tú.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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