Son usados en eventos, ferias, celebraciones y todo tipo de
juergas. Lo importante es que estén bien controlados y no hagan daño a nadie.
Son muy antiguos y provienen de cuando se inventó la pólvora, hace ya muchos
años.
Otra cosa son los petardos, bengalas y cohetes que compran
nuestros hijos. Debemos tener cuidado que no se hieran ellos, ni nadie que
transita por la calle. En donde yo vivo hay una pandilla de muchachos (que se
ve que les sobra el dinero) que se tiran
todo el día explotando petardos de todo tipo (sobre todo en fechas señaladas).
Algunos son potentes y pueden dañar al que los usa y al que pasea
tranquilamente por la calle.
A sus padres les da igual 8 que 80. Les dan dinero y ellos se
dedican a explotar petardos a troche y moche, por todas las calles del barrio.
Tanto padres como hijos son unos inconscientes, porque no deberían explotar
petardos de gran potencia.
La culpa de todo la tiene la sociedad. El que los vende, el
que permite que se vendan, los padres, los hijos y nosotros que soportamos tal
injusticia en nuestras calles.
La policía debería vigilar, sobre todo por las barriadas, que
no se explotaran petardos gigantes.
Otra cosa son los fuegos artificiales controlados. En nuestra
tierra, Málaga, al principio de la feria. Son preciosos y espectaculares y
multitud de gente acude a verlos, al Parque y la plaza de la Marina, donde
explotan toda clase de tracas, cohetes y fuegos con luces al compás de la
música.
Todo ello después del pregón que realiza desde el balcón del
Ayuntamiento un personaje del arte o el deporte (actor, músico, cantante)…
Disfrutemos de estos artificios, pero por favor, con
prudencia.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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